Love in vain (Amor en vena)
Playa de San Sebastián. Barceloneta.
Te espero siempre aquella tarde de domingo
sentado en un banco junto a una papelera:
basura fermentada, enjambre
zumbante de insectos, pensamientos,
la misma tarde mil tardes de domingo.
Qué extraño es todo, qué ajeno es el mundo
y qué desesperación esperarte
a la intemperie con todas
mis flechas clavadas sangrando
santa paciencia de mártir
bajo el cielo azul y duro
de la tarde en plenitud.
Un cuerpo está atrapado en la existencia
de uña diente pelo carne,
mientras las olas monótonas del mar
indiferentes juegan y ruedan
con misteriosa seriedad infantil.
¿Qué despojos traen las olas
a este monstruo devorador del hastío?
Zapatos de muñecas sirenas retorcidas
catálogos de ropa interior femenina
muslos mojados zumos pegajosos
pechos mordidos labios aplastados
el tiempo de las cerezas huesos escupidos
lección de belleza número uno.
Los altavoces de la playa informan
al público en general receptivo
atención prohibido repetimos prohibido
desnudarse salir corriendo arrancarse
la piel a tiras deshacerse
en llanto en gozosos fluidos
corporales espontaneamente arder
antorchas humanas caer kamikazes ícaros
estrellarse contra las rocas partirse
el pecho por un amor sin objeto.
Todo está por hacer, todo es posible
y está terminantemente prohibido.
Tarde de domingo, epílogo de ausencias.
Imagina ahora una explosión atómica.
Primero se vio un fogonazo allá en el horizonte.
La onda sobrevino como una estampida,
apocalípticos caballos al galope
por la superfície del mar espumeante.
De par en par se abrieron los hornos del infierno.
bajo el cielo azul y duro
atención prohibido repetimos prohibido
desnudarse salir corriendo arrancarse
Carles Arnal