Phiesta uno.
Suena un chelo tras la puerta entreabierta del jardín.
Sol de verano, aire tropical, olor nuevo, dulce,
a gramínea, helecho, pino.
Un cuarteto interpreta a Schubert.
Otro cuarteto interpreta a Mozart.
Otro cuarteto (y ya van doce solos, cuatro tercetos, seis duetos) interpreta a Lionel Massiel.
Todos a la vez.
Una abeja de cien kilos liba leche de una mujer embarazada.
Una mujer embarazada silba. La que silba no es traidora.
Reparten canapés: trozos de periódico sobre rodajas de pan tostado.
Todo el mundo viste con un forro polar.
Menos la fecundada que silba y a la que le liban.
Ella está desnuda. Solo lleva puesto un pañal. Un pañal de premamá.
El césped es verde y el cielo azul. Lo normal.
El césped, el cielo, son lo único normal
en esta phiesta de la democracia
que alguien se ha inventado
y a la que me han invitado, dicen, a participar.
Joseba Roldán (http://www.josebaroldan.info)